La ópera prima de la joven realizadora Claudia Huaiquimilla es de lo mejor que nos ha dado el cine nacional reciente. Una película consciente de su contexto y el poder del espacio que representa, pero que no se deja seducir por el panfleto, sino que centra su atención en los procesos de dos adolescentes que -de una u otra manera- han sido violentados constantemente a lo largo de su vida. Narrada de una manera eficiente y sencilla, no sin buenas dosis de poesía, la cinta le da espacio al espectador para comprender a estos adoloridos personajes y emocionarse con ellos.
Tano -interpretado brillantemente por Andrew Bargsted- es un chico santiaguino que al inicio de la película es capturado en pleno robo a un servicentro. Desde ese hecho queda pendiente la decisión de la justicia sobre el futuro del joven que, probablemente, terminará siendo institucionalizado en el Sename. Como opción, y en periodo de prueba, Tano es llevado a vivir con su padre (Francisco Pérez-Bannen). Un hombre joven al que apenas conoce y que se fue a vivir a la precordillera de San Jose de la Mariquina, zona mapuche constantemente acosada por las fuerzas policiales. Allí conoce a Cheo (Eliseo Fernández), un adolescente mapuche tímido y retraído, víctima de la burla de sus compañeros.
"Mala Junta" podría instalarse dentro del género que se ha denominado coming of age, cintas que retratan los complejos procesos en que los personajes pasan de la niñez a la adultez. En este caso se trata de dos personajes muy distintos, pero que tienen en común la soledad y la incomprensión respecto del mundo que les rodea.